Todavía era de noche. Caminaba al lado del lago en esa hora mágica que precede el amanecer. Me acompañaban el silencio, el frío y su hermana la calma que me facilitaban contemplar la delicadeza de todo lo que me rodeaba. La arena que mis pasos hollaban, la suavidad de la superficie de las aguas, las estrellas lejanas y el reborde pétreo de los...
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