Escucho con frecuencia testimonios de personas a las que les cuesta reconocer el valor de su propio cuerpo. Se refieren a él de manera despectiva, meras formas, algo que ni siente ni padece y que debe rendirse a sus deseos porque es lo que quieren.
He de reconocer que este pragmatismo un tanto hedonista con la propia naturaleza, me causa triste...
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